Habana

Hoy no podía dejar de escribirle a ella. Ella es todo, ella es aire, es tierra, es mar…ella es madre, es amigos, es hermanos, es familia. Ella es sonrisas, borracheras, cuerpos desnudos, conversaciones francas, bancas en los parques, gatos trasnochados, perros callejeros, adolescentes descarriados, jóvenes interesantes, mujeres perdidas, besos en lo oscuro y lágrimas en mármol. Ella es poesía, es Carpentier, es ensayo, es novela, es crítica, es bloguera. Ella es ese poquito de emoción en el día, esa sensación de hogar en las avenidas, ese cruel sentimiento de abandono total. Ella representa mi techo, representa mi balsa, representa mi árbol en pie y mi tronco al mar. Ella son la gente que ya no veo, los recuerdos albergados en las esquinas, los jaques mates a relaciones fuertes y relaciones insípidas. Ella me muerde y me cura, me aleja y me encarcela, me cobija y me abandona, me traiciona y se desvive por mí, me restriega por el suelo, y a la vez me alienta…tantísimo, me cuida, me atraviesa. Ella es todo, mi soledad y mi compañía, mis errores y los suyos, mis huesos y sus piedras, ella es mía, y y no lo es, pero yo sigo siendo absolutamente suya. Hoy no podía dejar de escribirle a ella… Habana.

Mi amiga la española

tumblr (38).jpgSí, lo sé, hace dos semanas, casi tres, que no publico. Gato no me arañes, no maulles en la ventana, no me sulfates. Dejame explicarme.

Estaba ansiosa ayer en el aeropuerto, tan ansiosa que al enterarme de las 4 horas de retraso no aguanté más y le dejé el marrón solo a Abelito. Me fui para mi casa a dirigir esos nervios en alguna actividad productiva. Y veía las horas pasar y todavía nada, en fin llamé a Abelito siete veces hasta que me mando al … bien lejos y me dijo: basta ya, chica, cuando pise Cuba te llamo y arrancamos para allá. Por supuesto, y como yo sabía que sucedería, no me llamó y el grito que despertó a todo el barrio, fue para mí, el estoy aquí más dulce que había escuchado en mucho tiempo.

Ella ni subió a su casa, ni fue a ver a sus abuelos, cuando yo subía las escaleras de mi casa, ella las comenzaba a bajar, casi si tiró a mis hombros y yo tuve que pisar fuerte atrás, para no rodar peldaños abajo.

-Hace diez años, hace diez años que no pisaba esta escalera, no pisaba este país, mi país, hostias que no me lo creo- Lo decía sin dejar de abrazarme, yo también la abrazaba mucho, también me sentía rara de abrazar a mi amiga diez años después.

En un tiempo fuimos inseparables, la española que decía que bola y la cubana que decía tía pero que gilipollas eres, por monerías propias de la edad y también porque la «juntera» influenciaba hasta el idioma. Dimos muchos sustos a sus abuelos y a mi madre porque de pequeña no resistíamos perdernos en cualquier parque y encontrarnos persiguiendo hormigas.

Nos acostumbramos a vernos dos meses al año, que para dos niñas es mucho tiempo, casi una vida y el tiempo que no estabamos juntas, los 10 meses restantes quedaron como niebla para nosotros, porque el tiempo de escuela no era tan importante. Luego llegó la adolescencia, los primeros chicos, los primeros besos, la primera borrachera, donde cantamos mariachi hasta llegar de puntillas a la casa para que no nos escucharan, cosa que no resultó porque nuestro «ay! Calixto no te rajes» se escuchaba desde la esquina. También pasamos nuestra primera resaca junta, ambas castigadas por un mes. Ese fue el último verano que pasamos juntas, teníamos catorce años y planeabamos nuestros quinces.

Después llegó la crisis, las leyes de represión, la falta de presupuesto, los precios extravagantes, mientras pasaban por nosotros los años de la prepa y la universidad distanciadas, sin noticias de la otra. Facebook fue el canal de vuelta y fue como si nada hubiese cambiado, después de agotar el hambre acumulada de saber de la otra, fue como si estuvieramos, en la misma cama de la resaca, con los ojos cerrados y luz apagada, hablando, riendo de las andanzas del día anterior.

Y cuando volvimos a caer en la escalera, con el físico diez años estropeado, supimos reconocernos en las ansias de la otra, como las niñas que jugaban juntas, sin importarles fronteras, políticas y capital.

Ufff…gato, es mucho, habían muchos días contenidos en ese abrazo, que terminó en lágrimas de aprehensión, nostalgia, lágrimas de amigas.

¿Seremos como el Che?

¿Qué diría Ernesto, cuando viera que muchos de mis compañeritos de la escuela primaria al convertido su foto en asta para la bandera de Francia? Esos mismos que de pioneros gritábamos juntos ¡seremos como el Che! ¡Qué fácil resulta a uno expresar apoyo, expresar dolor por las víctimas de actos injustos! ¡Qué linda nuestras caras en trasfondo de la bandera tricolor! 129 muertos en Francia y ¿quién sabe a cuánto asciende la cifra de muertos en Palestina, en Irak, en Turquía, en Siria?

Me resulta tan contradictorio el hecho de que jóvenes cubanos, que quisieron ser como el Che, expresen su apoyo a las víctimas de Francia, víctimas del terrorismo islámico y olviden las víctimas de aquellos países que financia guerras absurdas y cobardes. ¡Qué fácil resulta caer en una burda manipulación mediática para que jóvenes cubanos apoyen el dolor de las víctimas occidentales y olviden el dolor de otros pueblos, más oprimidos, más asesiados, más maltratados!

Hace falta que reencarnes otra vida, Guevara, para que realmente muestres a todos los cubanos que gritamos ¡seremos como el Che! como es realmente ser cómo tú, como es realmente ser internacionalista, solidario y hasta humano, como se siente el dolor ajenos de  todas las víctimas de todo el terrorismo que se gesta en el mundo global que hoy se vive.

Mientras tanto, los que aún sentimos y aún anhelamos ser algún día como el Che, mantengan su foto de perfil sin banderas de ningún tipo, busquen otra manera de expresar sus condolencias al pueblo francés, y al pueblo palestino, sirio, turco y a todos los pueblos que actualmente lloran lo que parece el inicio de una nueva guerra mundial. Esa es realmente el valor noticia de los sucesos del viernes pasado.

Televisión

No hay manera: me pongo a ver la televisión y el tedio me agrede…me busco un par de musas y las vanas se desaparecen…camino en círculos y el granito no consigue distraerme. Si tomo café el sueño no se esfuma, si me acuesto a dormir no logro conciliarlo…donde cierre o abra los ojos la misma pregunta me persigue, la misma situación se me plantea. No le temo a los retos (quizás solo un poquito), le temo a las respuestas que voy a dar….no le temo a las reacciones, le temo a las represalias, pero aún así me queda el sinsabor de callarme algo. Pienso en aquel que de mis respuestas sacará las suyas, que quedará sentado o parado, analizando, apropiándose de mis soluciones críticas y de los anexos que una vez hice…pero aun no me creo preparada para dar estas respuestas, no sé que rayos se puede hacer en esas circunstancias, yo sigo viendo Televisión cubana, ahora sin criticar tanto.